Se conoce como ventilas hidrotermales a las fisuras del piso oceánico de las que sale agua calentada geotérmicamente. Están asociadas a sitios de actividad volcánica en los espacios entre las placas tectónicas por los que se filtra agua fría oceánica.
El agua se calienta al contacto con la cámara magmática, la diferencia de densidad ocasiona su expulsión a manera de géiser submarino (con temperaturas mayores a 400 °C), lo que disuelve los minerales de rocas de la propia corteza (Ledesma, 2011).
Las ventilas hidrotermales marinas de tipo profundo, se localizan entre los 500 y 4000m y sus fluidos presentan temperaturas de 350 a 405 °C como las reconocidas en zonas de expansión oceánica en las cordilleras centro-oceánicas.
También, a diversas profundidades, se encuentran las ventilas frías, que se localizan a lo largo de la plataforma continental; sus emanaciones (principalmente de metano) son de baja temperatura y están asociadas a yacimientos de petróleo. Las características geoquímicas de los fluidos descargados por estas ventilas frías generan la presencia de un ecosistema quimiosintético similar al de las ventilas hidrotermales
Las inmediaciones de las ventilas hidrotermales están habitadas por curiosos organismos, tales como gusanos tubulares gigantes y extrañas almejas, caracoles y crustáceos de aspecto amenazador. A diferencia de la enorme mayoría de los ecosistemas, las comunidades de organismos de las ventilas hidrotermales no dependen de la fotosíntesis para su manutención.
En ausencia de luz, los microorganismos del fondo del mar utilizan procesos de quimiosíntesis para capturar energía de las reacciones químicas de los compuestos sulfurados que abundan en los sedimentos de alrededor de las ventilas hidrotermales. La abundante fauna que se encuentra cerca de las ventilas depende casi totalmente de la energía capturada por los organismos quimiosintéticos para su propia subsistencia.





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